domingo, 17 de octubre de 2010

Que seas vos. Zamba de Marta Mendicute

Cuando ya no me alumbre,
el candil arisco de mi corazón:
volvete a mi tierra, llevate mis coplas,
y cántalas vos.

Que mis cerros sepan,
cómo lo he sentido, casi con dolor,
sembrando mi canto allá, en la quebrada.
Decíselo vos.


Que toda la Puna vibre con el eco
de cada canción.
Que alguien las entone, de pie y cara al cielo,
pero que seas vos.

Quiero darle al viento,
un poncho de notas con flecos de sol,
que envuelto en mi zamba las silbe y las baile.
Pedíselo vos.

Si te pones triste,
piensa que en la noche embrujada estoy yo.
Que si se ha perdido mi canto en la sombra;
perdurará en vos.

Esta zamba de  Marta Mendicute la cantaba muy sentida Jorge Cafrune

jueves, 7 de octubre de 2010

¿Sabe que es linda la mar? Fausto de Estanislao del Campo

¿Sabe que es linda la mar?
-¡La viera de mañanita
Cuando a gatas la puntita
Del sol comienza a asomar!

Usté ve venir a esa hora,
Roncando la marejada,
Y ve la espuma encrespada
Los colores de la aurora.

A veces con viento en la anca,
Y con la vela al solsito,
Se ve cruzar un barquito
Como una paloma blanca.

Fausto de Estanislao del Campo

domingo, 3 de octubre de 2010

Los que auscultasteis el corazón... (nocturno) Rubén Darío

                                                                             
                                                  A Mariano de Cavia

Los que auscultasteis el corazón de la noche,
los que por el insomnio tenaz habéis oído
el cerrar de una puerta, el resonar de un coche
lejano, un eco vago, un ligero rüido...

En los instantes del silencio misteriosos,
cuando surgen de su prisión los olvidados,
en la hora de los muertos, en la hora del reposo,
sabréis leer estos versos de amargor impregnados...

Como en un vaso vierto en ellos mis dolores
de lejanos recuerdos y desgracias funestas,
y las tristes nostalgias de mi alma, ebria de flores,
y el duelo de mi corazón, triste de fiestas.

Y el pesar de no ser lo que yo hubiera sido,
y la pérdida del reino que estaba para mí,
el pensar que un instante pude no haber nacido,
¡y el sueño que es mi vida desde que yo nací!

Todo esto viene en medio del silencio profundo
en que la noche envuelve la terrena ilusión,
y siento como un eco del corazón del mundo
que penetra y conmueve mi propio corazón.


Rubén Darío